Cuatro palabras encabezan la autobiografía de Matteo Salvini: “Odio a los indiferentes”. A pesar de ser un líder nacionalista de extrema derecha, Salvini cita a Antonio Gramsci, un teórico marxista y fundador del Partido Comunista Italiano, en su libro. Esto no es casual, ya que Salvini y otros líderes de la extrema derecha en Europa, como Santiago Abascal en España, están apropiándose de discursos y símbolos de la izquierda. La líder independentista y anti-inmigración, Sílvia Orriols, en Cataluña, es un ejemplo de esta tendencia, mezclando elementos de la izquierda en su discurso de extrema derecha.

Orriols, la líder de Aliança Catalana, ha adoptado gestos y citas de la izquierda, como la bandera Lgtbi en el Ayuntamiento de Ripoll, para ampliar su base de apoyo. A pesar de ser un partido de extrema derecha, Aliança utiliza una parafernalia más cercana a la CUP que a Vox. Esta estrategia de transgresión forma parte de la batalla cultural que ha sido cultivada en Europa, especialmente en Francia, Italia y España, por figuras como Alain de Benoist y movimientos como el GRECE. Incluso figuras prominentes de la extrema derecha, como Giorgia Meloni y Matteo Salvini, han tomado elementos de la izquierda en su discurso y simbología.

El rojipardismo, es decir, la apropiación de elementos de la izquierda por la extrema derecha, no se limita a Europa mediterránea. En Alemania, Sahra Wagenknecht ha formado un partido que mezcla posturas ultras con reivindicaciones obreras. Esta estrategia, impulsada por figuras como Steve Bannon, busca disputar a la izquierda términos, banderas e incluso mitos. En España, partidos como Aliança y Vox han adoptado elementos de la izquierda, desde la vestimenta de los líderes hasta las referencias culturales utilizadas en sus discursos.

A pesar de las aparentes contradicciones, la extrema derecha ha logrado capitalizar el descontento de algunos votantes de izquierda presentándose como transgresora y rebelde contra el supuesto “totalitarismo progre”. Este fenómeno ha llevado a la extrema derecha a avanzar en terrenos tradicionalmente asociados con la izquierda, como la defensa de los derechos de los trabajadores o la laicidad. Por ejemplo, tanto Le Pen en Francia como Orriols en Cataluña han utilizado la laicidad como un valor en su lucha contra la “islamización”.

En resumen, la extrema derecha en Europa, incluyendo líderes como Salvini, Orriols y Abascal, está adoptando estrategias de apropiación de elementos de la izquierda para ampliar su base de apoyo y presentarse como alternativa al status quo. A través de gestos transgresores y discursos que mezclan elementos de la izquierda, estos partidos están tratando de capitalizar el descontento de ciertos sectores de la sociedad y expandir su influencia en el ámbito político europeo. A pesar de las aparentes contradicciones, esta tendencia muestra la capacidad de adaptación y evolución de la extrema derecha en el panorama político actual.

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