Summarize this content to 2000 words in 6 paragraphs in english Su farmacia es referente en una ciudad tan turística como Torremolinos (Málaga, 70.933 habitantes). Su facturación ronda los cinco millones de euros anuales y el negocio va bien. Pero en una de las últimas visitas, las inspecciones de la Consejería de Salud vieron que incluso con esas cifras había algo raro en los almacenes: encontraron columnas de cajas que llegaban hasta el techo, la mayoría de un opiáceo denominado Tramadol, que era imposible que tuviera tanta salida en la Costa del Sol. Hicieron un informe, lo trasladaron a la Fiscalía por si acaso y esta alertó a la Policía Nacional. Una investigación ha descubierto ahora una trama de venta del analgésico a gran escala. Hay cinco detenidos, entre ellos el farmacéutico —un hombre de 58 años— y tres de sus empleados, por los delitos de blanqueo de capitales y contra la salud pública. Se les han intervenido más de 250.000 pastillas y 223.000 euros en metálico, buena parte escondido en ositos de peluche.La investigación arrancó a mediados del año pasado, después de que los inspectores sanitarios diesen la voz de alerta. El Grupo II de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría Local de Torremolinos-Benalmádena se puso manos a la obra y lo primero que descubrieron fue el papel como intermediario que realizaba un ciudadano libio que tenía documentación falsa de Colombia y sobre el que pendía una orden europea de detención y entrega (OEDE) por las autoridades suecas, que le buscaban por tráfico de drogas. El principal medicamento con el que operaba este y otras personas es Tramadol, un analgésico de tipo opiáceo sintético utilizado para tratar dolores moderados y agudos. Su uso continuado en altas dosis, además de adicción, genera un estado de euforia similar al de la heroína. Por ello se está convirtiendo en un grave problema de salud en numerosos países africanos. También lo toman los combatientes de Boko Haram y el Estado Islámico, por lo que se le conoce como píldora de los yihadistas.Los investigadores fueron poco a poco tirando del hilo y comprobaron cómo operaba la red. El cabecilla era el titular de la farmacia y uno de sus empleados, de máxima confianza porque lleva más de 20 años en el puesto de trabajo. Para no llamar la atención, ambos se encargaban de lo que en argot policial se llama pitufear los pedidos del medicamento, es decir, en vez de hacer uno grande realizaban muchos muy pequeños a diferentes plataformas, webs y compañías. El informe de la Junta de Andalucía reflejaba la compra de hasta 36.000 envases sin acreditar la distribución legal con su correspondiente receta. Era, de hecho, una gestión que se realizaba de manera paralela al negocio legal: los responsables de compras de la farmacia ni lo sabían. Por ello, tanto el flujo de dinero como toda la contabilidad iba aparte.Parte de las cantidades incautadas en la operación.POLICÍA NACIONALLa mercancía se guardaba en las instalaciones de la farmacia. Las cajas, como comprobaron los inspectores sanitarios, se acumulaban hasta el techo en los almacenes. La mayoría eran de Tramadol, cuyo destino era principalmente Libia, donde su precio se multiplicaba hasta por 20: de los seis euros que costaba una caja al farmacéutico, allí podía superar los cien. La investigación ha revelado que solo con este medicamento facturaban alrededor de 30.000 euros cada seis semanas, es decir, unos 240.000 euros anuales. Y que la red operaba desde hacía, al menos, cinco años. “El volumen económico es muy importante”, insisten fuentes de la investigación. “El cabecilla es un pirata bastante relevante y ya era muy conocido en el mundo farmacéutico”, añaden.Tanto este como otros productos eran vendidos a distintos puntos del planeta a través de intermediarios. Los principales mercados eran Libia y otros países de Oriente Medio, así como el sureste asiático. También el norte de África, especialmente Marruecos. Allí también enviaba grandes cantidades de otros medicamentos como Clovate, crema que se utiliza para reducir los efectos de la inflamación en afecciones de la piel y que, además, permite clarearla, por lo que es requerida por mujeres de aquel país.Una vez conocido el funcionamiento de la trama, a mediados del pasado mes de marzo se produjo el primer arresto, el de un ciudadano libio que ejercía de intermediario. Residía en Marbella y se lo imputaron los delitos contra la salud pública, falsedad documental y la seguridad del tráfico. Se le intervinieron 104.000 dosis del opiáceo sintético y tras su puesta a disposición de la autoridad judicial, esta decretó su ingreso en prisión. Más tarde, la semana pasada, los investigadores detuvieron al titular de la farmacia y dos de sus trabajadores, además de una empleada, que está en calidad de investigada. Se les imputan delitos contra la salud pública y blanqueo de capitales y están en libertad, aunque se les ha retirado el pasaporte y tienen la obligación de firmar en sede judicial los días 1 y 15 de cada mes. En los registros realizados tras sus detenciones se localizaron los más de 223.000 euros en metálico mencionados y otras 140.000 pastillas.

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