Summarize this content to 2000 words in 6 paragraphs in english Viva Vigo y, sobre todo, Viva Valencia, fueron las proclamas de la tarde-noche del sábado en la viguesa Porta del Sol y en las calles del centro en las que una marea humana se congregó para seguir el encendido de las luces de la Navidad a cargo del alcalde, Abel Caballero. El veterano socialista no se refirió, esta vez, a la Estación Espacial Internacional ni a la NASA, no retó a los alcaldes de Nueva York, Londres y París. El acto fue más sobrio y contenido. “La palabra de la Navidad es paz, y eso es lo que queremos transmitir desde Vigo. Este año el encendido va a ser diferente. Nuestro cariño, nuestro homenaje, nuestro afecto, nuestra solidaridad, nuestro dolor por las víctimas de Valencia”. Eran las ocho y seis minutos cuando el gran árbol de la Navidad de Vigo se tiñó con los colores de la bandera valenciana y con un lema gigantesco: “Forza Valencia”. El público aplaudió y se emocionó. Todo el mundo entendió que este año no iba a haber chistes ni histrionismo. El espectáculo de luces tardó en convertirse en fiesta, el público siguió contenido, escuchando el himno de la Comunidad Valenciana, hasta que los vendedores rasgaron el aire con su grito: “globoooos”, “barquilloooos”. La turística Navidad viguesa acababa de ser inaugurada por el omnipresente alcalde de la ciudad.Hubo algún problema técnico, pero se solucionó al instante. El fenómeno turístico crece cada año. La, por otra parte, controvertida Navidad de Vigo ha llegado incluso al apocalipsis zombi, la película que este mes de noviembre se convirtió en la más vista de Amazon Prime en 90 países. Apocalipsis Z (El principio del fin), comienza con imágenes de la exacerbada decoración navideña que puso de moda el alcalde socialista Abel Caballero, y a lo largo de la trama hace más guiños a la fiesta turística por excelencia de la ciudad gallega. Publicidad, incluso en vallas de grandes capitales del mundo, no le falta al acontecimiento, y tampoco detractores que desde hace años mantienen su lucha en varios frentes contra ese “parque temático” en el que se transforma el centro y que vulnera, defienden, sus “derechos fundamentales”.Pero la Navidad de Vigo todavía no ha muerto de éxito, y el ritual inaugural se volvió a repetir este sábado, con un triunfal Caballero, que ya cuenta 78 años, 17 de gobierno local y tres mayorías absolutas, en una Porta do Sol desbordante de fans. “Cuando arranca la Navidad en Vigo, arranca la Navidad en el planeta”, ha clamado el también exministro de Felipe González en el momento de pulsar el botón mágico que ha prendido las luces más de un mes antes de Nochebuena.La consabida avalancha de cifras aportadas por el Ayuntamiento va in crescendo año tras año y revela que el abeto artificial que marca el kilómetro cero del “espectáculo de luz y sonido”, el de la Porta do Sol, ha crecido en un año 2,40 metros (desde los 44 de 2023). Habrá 450 calles y plazas iluminadas con 11,5 millones de leds, 1.259 arcos, 2.674 motivos ornamentales, 15 “elementos lumínicos 3D” y 2.518 árboles (de verdad) iluminados.Precisamente, uno de los frentes de batalla desde hace años es el de los grupos ecologistas que claman contra el consumo y contra el estrangulamiento del arbolado con los cables de las luces por parte de la empresa adjudicataria. El Bloque Nacionalista Galego (BNG) acusó este mes a Caballero y su gobierno de “vandalizar” un “símbolo” de la ciudad como es el olivo que crece desde hace dos siglos en el Paseo de Alfonso. El consistorio reconoció el error y ordenó esta misma semana a Ximénez, la contrata de Puente Genil (Córdoba), librar el señero árbol de los cables que lo encorsetaban.Mientras hosteleros y comerciantes aplauden el fenómeno turístico, colectivos vecinales, entidades sociales y ambientalistas han puesto en marcha para estos dos meses la campaña Sábanas Blancas, con la que invitan a los vigueses a colgar ropa de cama en los balcones y ventanas para denunciar los “excesos” de la fiesta. La portavoz de la asociación Zona Centro de Vigo, Alba Novoa, asegura que buena parte de la ciudad “no se siente con fuerzas ni ganas de ser engullida un año más por el parque de atracciones y todo lo que le rodea”. Tras la catástrofe de Valencia, opina que “no es el momento de alardear con grandes gastos inútiles, grandes inauguraciones, villancicos, botellones en parques públicos, exceso de luces, espectáculos y atracciones de feria”. “El empeño” de Caballero coloca a los vigueses en “una situación extremadamente difícil” y supone una “tortura” por la “falta de medidas de seguridad que garanticen los tiempos actuación de los servicios de emergencias”, la dificultad para llegar a trabajos y viviendas, la suciedad, los malos olores o el ruido “insoportable”. “Nadie quiere acabar con la Navidad, pero estamos ante un concepto de Navidad impuesto que determina cómo hay que celebrar estas fiestas y condiciona los festejos de la ciudadanía. Un modelo que se ha convertido en un monstruo que atenta contra cualquier visión sostenible, de una ciudad respetuosa con el medioambiente y con su patrimonio cultural”, zanjó la portavoz en la presentación de Sábanas Blancas, arropada por distintos colectivos que se declaran víctimas del “autoritarismo” de un regidor con el que es “imposible dialogar”.Detalle de un momento del encendido de las luces de Navidad en Vigo por parte del alcalde Abel Caballero, este sábado. EFE / Salvador Sas
Salvador Sas (EFE)Pero Caballero, como cada Navidad, vuelve a estar exultante y orgulloso de su obra: Vigo “marcó una cultura de la Navidad, que ahora comienza cuando comienza aquí, en noviembre, y termina a mediados de enero”. “Me gusta que las demás ciudades también tengan Navidad”, comentó hace días en referencia a sus rivales en la carrera por el alumbrado, pero considera que todas están muy lejos en la competición. Según las cifras que da el Gobierno local, la ciudad de 300.000 habitantes registró seis millones de visitantes en la anterior campaña.Una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia reconoció el pasado verano “una conducta lesiva de los derechos fundamentales” a “la intimidad personal y familiar” y a “la inviolabilidad del domicilio” de una madre y sus hijos que tuvieron que soportar el ruido en una de las calles del meollo festivo, O Areal, durante la Navidad 2022-2023. El fallo, recurrible ante el Supremo, condenaba al consistorio a indemnizar a la denunciante con 600 euros, 1.040 menos que los que ella exigía por los trastornos ocasionados durante los dos meses de fiestas ininterrumpidas, de cortes y desvíos del tráfico, atascos, jolgorio y una suerte de apocalíptica invasión de turistas. El tribunal ordenaba también al Gobierno a adoptar “las medidas necesarias para evitar la reiteración de su conducta” y poner coto a los ruidos. Pero solo dos meses y medio después, otra sentencia dada a conocer en rueda de prensa por el alcalde, esta vez del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Vigo, desestimaba la demanda de otro ciudadano. El juez consideraba que el cauce procesal no había sido el adecuado que el vecino no estaba legitimado para defender los intereses generales y pedir medidas contra la contaminación acústica en toda la ciudad. El magistrado recalcaba, además, que el Ayuntamiento demostraba, con informes técnicos, que había tomado medidas para mitigar el ruido.

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