Eugenio D. fue criado en un ambiente familiar marcado por críticas y desprecio hacia su madre por parte de su padre, lo que influyó en la construcción de su personalidad, según un informe de la Guardia Civil que lo describe como “machista”, “solitario” y “absorbente”. Este hombre, acusado de violar, matar y ocultar el cadáver de su vecina Manuela Chavero durante cuatro años en Monesterio, negó colaborar con los agentes e incluso se mostró distante durante la reconstrucción de los hechos. La investigación ha revelado un comportamiento obsesivo y agresivo hacia mujeres, llegando a intimidarlas y mostrar actitudes violentas.

De acuerdo con el informe de la Guardia Civil, Eugenio tuvo interacciones perturbadoras con varias mujeres, incluyendo repetidos intentos de contacto no deseado, comentarios inapropiados y actitudes manipuladoras. Además, intercambió mensajes explícitos con prostitutas, expresando deseos violentos y de control sobre sus cuerpos. Estos comportamientos han sido atribuidos en parte a la influencia de su padre, quien lo crió desvalorizando a la madre y promoviendo ideas machistas que distorsionaron su percepción de las relaciones.

La personalidad de Eugenio ha sido descrita como dependiente y obsesiva, con dificultades para establecer relaciones íntimas debido a un miedo profundo al abandono. Los investigadores han señalado que el acusado mostró una conducta sádica y manipuladora, con claros signos de sadismo sexual. A pesar de la falta de evidencias biológicas que respalden la acusación de violación, se ha argumentado que la motivación del crimen fue de naturaleza sexual, basándose en el análisis del comportamiento del acusado y testimonios de testigos.

La defensa de Eugenio ha presentado un informe pericial psicológico que cuestiona las conclusiones de la Guardia Civil, alegando que es necesario explorar al individuo para establecer un perfil adecuado. Los expertos contratados por la defensa han argumentado que las hipótesis presentadas por los agentes no son concluyentes y que existen diversas interpretaciones posibles de los hechos. El juicio ha puesto en duda la capacidad de los perfiles criminales para determinar la responsabilidad de un individuo sin una evaluación directa.

El caso de Manuela Chavero ha sido descrito como complejo, con la ausencia de una relación evidente entre ella y el acusado, lo que dificultó la investigación inicial. A pesar de la confesión de Eugenio sobre el paradero del cadáver de la víctima, la falta de restos biológicos que demuestren la violación ha generado incertidumbre en torno a la motivación del crimen. El jurado del juicio deberá evaluar la evidencia presentada por ambas partes y determinar la culpabilidad de Eugenio en el caso de la desaparición y muerte de Manuela Chavero en 2016.

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